martes, 16 de junio de 2009

Trabajo N°1

Trabajo N°1

Análisis y Valoración de Aprendizaje y Dinámica

Aprendizaje

El aprendizaje es visto, en una definición inicial, como la acción de adquirir un conocimiento, una habilidad o un elemento que no se posee, mediante el estudio, la observación, o la transmisión de tal saber. No podemos profundizar sin definir un poco desde dónde intentamos tal profundización.

El aprendizaje puede ser considerado desde muchos diferentes campos. La sicología, la epistemología, la filosofía, la pedagogía, la antropología, son algunas de las disciplinas que toman, eventualmente, al aprendizaje como objeto de estudio y terreno de consideraciones y definiciones. Pero en el desarrollo de este trabajo los aspectos que se analizan van a hacer referencia, principalmente, a la búsqueda de la comprensión del aprendizaje desde la sicología del conocimiento.

Aprender será algo diferente según quién esté expresando la definición. Sin alcanzar divergencias enormes, pero sí cambios sutiles que hacen al fondo de la cuestión. Más a modo de ilustración que de definición se expone aquí una síntesis de lo que algunas teorías aportan a la comprensión del aprendizaje.
El aprendizaje puede ser considerado como la adecuada comprensión y utilización de las variables estímulo → respuesta. Así el aprendizaje sería la incorporación de los estímulos deseables a fin de provocar la respuesta esperada. Dentro de esta generalidad, es necesario reconocer otros elementos que condicionan esa mecánica, más allá de la valoración de tales condicionantes. Estos son presupuestos fundamentales de la Teoría Conductista del aprendizaje.
En otro sentido, el aprendizaje es visto como el desarrollo de procesos en los que el sujeto internamente construye la realidad y la asimila y opera en ella. Pero esos procesos están condicionados por diferentes elementos, lo que origina una serie de teorías según el aspecto que resalta quien propone su mirada. Así la sicología fenomenológica, la sicología genético-cognitiva, la sicología genético-dialéctica, etc, constituyen diferentes vertientes dentro de una Teoría Constructivista del aprendizaje. Pero todas ellas señalando al aprendizaje como la incorporación de elementos que contribuyen a esa construcción interna de la realidad que el sujeto realiza.
Otro aporte más contemporáneo (aunque se podría decir que existe cierta continuidad dialéctica o evolución entre los mencionados), explicita la necesidad del aprendizaje significativo. Entendiendo esto como el proceso mediante el cual se incorporan de manera no impuesta, elementos relevantes (“potencialmente significativos”) para ser incorporadas al bagaje particular en su construcción de pensamientos, hechos y/o sentimientos.

En este sentido, podemos decir que el aprendizaje tiene que ver no tanto con la adquisición de conocimientos, habilidades, etc, sino con la integración de ellos al conjunto de conocimientos ya adquiridos por el aprendiz.
La idea de aprendizaje está íntimamente unida a la de enseñanza. Y aunque son situaciones bien diferentes no es tan sencillo señalar el punto de separación. Pero teniendo en cuenta las implicancias del aprendizaje podemos decir que no es suficiente la existencia de un maestro, de un aprendiz, y de un proceso de interacción para que el aprendizaje ocurra.
El aprendizaje necesita de un sujeto ubicado en el rol de aprendiz; un segundo (real o virtual) en el rol de enseñante; un problema o conflicto que genera la necesidad profunda de incorporar el nuevo saber; y finalmente el contenido de ese aprendizaje, la información, habilidad o conocimiento que resuelve el conflicto mencionado.
Generalmente se reduce la idea de aprendizaje a la comprensión de un saber que no se poseía con anterioridad. Sin embargo, para que podamos reconocer que el aprendizaje se ha concretado efectivamente debemos comprobar la adquisición de un conocimiento, la retención del mismo, y la recuperación de él en un momento determinado.
La memorización comprensiva, suele ser uno de los resultados más demostrativos de la realización exitosa del aprendizaje. Significa que el conocimiento en cuestión ha sido adquirido y se ha incorporado al conjunto de los saberes previos, relacionándolo a ellos e integrándolo al conjunto actual.

De aquí podemos señalar que la mera repetición mecánica no es señal de un aprendizaje genuino. El aprendizaje funciona de manera inversa: puedo memorizar de manera comprensiva aquello que he aprendido, que he incorporado a mis conocimientos y lo he integrado con mis demás saberes. La mera repetición no es garantía de aprendizaje sino del buen funcionamiento de otros mecanismos de la mente.
Tampoco lo es la participación en un “proceso/ejercicio educativo”. Puedo haber presenciado una cátedra magistral, un taller maravilloso, una clase ejemplar, sin que signifique haber aprendido los conocimientos expuestos.
Ni tampoco lo sería la comprensión de un concepto. Puedo llegar a entender la mecánica de funcionamiento de muchos saberes, comprender su estructura, ser capaz de reconocerlos y valorarlos, sin que eso signifique aprenderlos.

De dónde llegamos a decir que el aprendizaje tiene una parte de comprensión (mental, teórica, práctica, sensorial, etc) pero otro aspecto fundamental que es el de la incorporación de tal comprensión a mi bagaje de conocimientos. La ubicación en ese marco interno y la posibilidad de acceder a él en momentos requeridos.
Podemos ver aquí cómo la noción de aprender retoma su sentido original que proviene de aprehender, o prender. No sólo acceder a algo sino incorporarlo a propio corpus previo al aprendizaje.

Una conclusión rápida e inicial de lo expuesto hasta aquí indica que el aprendizaje implica desarrollo. Más allá de las definiciones de este último (otro tema teóricamente muy amplio) todo aprendizaje lleva a un desarrollo del sujeto que lo experimenta. Y tal desarrollo es legitimador del carácter de aprendizaje de un saber incorporado. Cuando hay aprendizaje, hay desarrollo.

Dinámica

No se debería intentar una definición de un concepto a partir de su antónimo o su opuesto, pero en este caso nos podría brindar una imagen que nos posicione mejor para avanzar. Así digamos, entonces, que la dinámica sería lo opuesto al estatismo, a la quietud, a la falta de movimiento.
Existen varias acepciones (según la RAE) para esta palabra, pero un par de ellas nos ilustran más a lo que nos referimos con dinámica.
 Perteneciente o relativo a la fuerza cuando produce movimiento.
 Sistema de fuerzas dirigidas a un fin.
De aquí inferimos que la dinámica no es el simple movimiento sino que está referida a las fuerzas que provocan tal movimiento y también a sus consecuencias. La dinámica tiene que ver con toda la secuencia de aquello que una fuerza provoca. Pero además, debemos notar que la dinámica no se limitará a observar las características del movimiento en sí, sino que intentará comprender y explicar las fuerzas provocadoras de ese movimiento.
Dentro del marco de las ciencias se utiliza mucho el término dinámica prácticamente como sufijo para una serie de disciplinas. Dentro de la física, el cálculo, la mecánica. En este sentido dinámica viene a significar una variable sustancial en cuanto a los presupuestos teóricos iniciales.
Así que, cuando nos referimos a dinámica estamos implicando que nos referimos a fuerzas que actúan modificando las condiciones existentes sin la presencia de tales fuerzas.
La dinámica intenta comprender y explicar los efectos causados por diversas fuerzas aplicadas a los cuerpos. Y dentro de las diferentes áreas de estudio su parte dinámica explica las variaciones que la presencia de fuerzas operantes determinan en el objeto de estudio.

En el uso coloquial la palabra dinámica tiene una variedad de aplicaciones.
Se refiere, en algunos casos, a un antónimo de monótono o aburrido. Una actividad dinámica es una que presenta variedad, cambios, sorpresa.
En otros casos dinámica es sinónimo de una actividad concreta (aunque sea aburrida, contrariando al uso anterior) que sirve para alcanzar un objetivo propuesto. Así sentar a todo un grupo en rueda, mirándose las caras, y aburriéndose mutuamente diciendo su nombre, edad, y signo del zoodíaco, se lo puede considerar “una dinámica”.
Aplicado a una persona se dice de alguien que es dinámico cuando posee una actitud de constante actividad, sin importar el origen de la fuerza que genera tal actividad. De donde tal uso contradice lo que mencionamos con anterioridad. Ya que la calificación de dinámica debería apuntar a considerar también las fuerzas promotoras del movimiento y no sólo la descripción de una situación observable.

La dinámica, entonces, presentará por un lado la situación observable o descriptible de un movimiento (o su ausencia). Pero ese será sólo un aspecto ya que se hará necesario, también, atender a las fuerzas que provocaron tal movimiento, sus características, sus consecuencias, la previsibilidad de ellos, las leyes que se puedan enunciar en base a su estudio, las modificaciones de las que son pasibles y sus eventuales consecuencias, etc.
La etimología de la palabra (del gr. δυναμικός, de δύναμις, fuerza) nos señala que la fuerza es el punto en cuestión, y no el movimiento. De donde la valoración de la dinámica debería estar más referida a ese origen que a las características de su consecuencia.

En relación al aprendizaje (sin entrar de lleno a puntos posteriores) lo calificamos de dinámico cuando vemos fuerzas interactuantes. Si la fuerza del aprendizaje va en una sola dirección (generalmente maestro → alumno), aunque existe una dinámica (de hecho estamos ante una fuerza) ésta no alcanza a modificar, a incorporarse, en el aprendiz de tal conocimiento. Cuando se produce el aprendizaje esa fuerza encuentra cabida y se potencia o se reformula generando una circulación.
Si yo no consigo aprender, realmente, toda la dinámica promotora de un conocimiento concreto muere en mí. Cuando el aprendizaje se produce, esa dinámica me modifica (se modifica mi conocimiento, mi saber, mi comprensión…) y se proyecta, se prolonga, la dinámica.

Crítica de Dinámica y Aprendizaje

Desde una mirada abarcadora, sin delimitarnos a aspectos estrechos y concretos de las ciencias que atienden el estudio de la dinámica o el aprendizaje podemos decir que no se debemos limitar ni el uno ni el otro a un solo elemento constitutivo. En ambos casos estamos refiriendo a una serie de factores que entran en juego para conformar la dinámica o el aprendizaje. Poseen más de una parte. Y no se debería referir a dinámica o aprendizaje en presencia de uno sólo de los elementos que se consideren, desconociendo los demás. Un análisis de la dinámica de una situación concreta no puede limitarse a la descripción de sus movimientos, deberá considerar, también –al menos–, las fuerzas que provocan tal movimiento. No deberíamos hablar de aprendizaje como sinónimo de comprensión de un concepto, ni evaluarlo según la repetición del mismo.
Retomando una idea de la sección anterior, digamos entonces que a la hora de evaluar alguna dinámica concreta, tal evaluación no se debe restringir los resultados o a las características de la acción considerada. En este sentido, entonces, no se podría considerar valiosa una acción concreta si no se considera igualmente valiosa la fuerza que la provocó. Más allá de la belleza, armonía o bondad de la acción a la que nos referimos.
Similar postura deberíamos adoptar para la valoración de, por ejemplo, una situación de aprendizaje. No debería bastarnos el comprobar que el aprendiz recibió y comprendió la información correcta, sino que también es necesario tener en cuenta la asimilación de tal saber, la incorporación al conjunto de todos los conocimientos, que el aprendiz posee.

Una señal sencilla de la dinámica del aprendizaje queda evidenciada en la interacción entre el aprendiz y el enseñante. Cuando las fuerzas, la dinámica, han sido adecuadamente orientadas, el conocimiento en cuestión se incorpora al aprendiz comprobando el aprendizaje. Y esto provoca la modificación, el desarrollo, en el aprendiz que interactúa, ante su enseñante, de una manera diferente. Exige otro comportamiento, o provoca otra reacción. Se ha modificado uno de los elementos de este proceso, y todo el proceso se ve afectado por este cambio del aprendiz.

Entonces todo aprendizaje es dinámico en rigor, pero podemos definir, en un uso más coloquial, como dinámico, a un proceso de aprendizaje en el que las fuerzas no van en una sola dirección, sino que a cada modificación del proceso se da lugar a nuevos pasos en virtud de tal modificación. Si el aprendiz incorporó un conocimiento su observación de la realidad se ve modificada , sus preguntas o intereses pueden verse afectados, o su postura ante esa realidad o ante su enseñante sufren un cambio. Es esperable que este cambio enriquezca el proceso y no lo finalice. Que genere nuevas preguntas, nuevos miradas, nuevos conflictos a resolver.

Resumiendo

Entonces ¿qué relación podemos encontrar entre aprendizaje y dinámica? El aprendizaje es dinámico siempre ya que refiere a una conjunto de acciones, provocadas o espontáneas, en la que diferentes fuerzas concluyen en el desarrollo de quien concluyó aprendiendo algo. No existe el aprendizaje pasivo. Pero la dinámica, por variada, esforzada, impecable que ella sea, no garantiza el aprendizaje. El aprendizaje sólo se da en la conjunción adecuada de una serie de fuerzas (dinámicas) y conocimientos.
Evaluar un proceso de aprendizaje implica evaluar su dinámica. Considerar las fuerzas que están actuando y valorarlas individualmente y en su conjunto. Tanto las externas como las propias del aprendiz.
Ahora bien, sabiendo que en el aprendizaje coinciden una serie de fuerzas, de intentos, de acciones dirigidas, podemos arriesgarnos a decir que cuando, como resultado del proceso no se comprueba un genuino aprendizaje, y generalmente se reevalúan los contenidos o las formas de presentación de los mismos, se debería revisar, conjuntamente, las fuerzas que actuaron en la ocasión: las motivaciones, las didácticas, los factores de la asimilación y la organización del nuevo conocimiento, por parte del aprendiz.
Un proceso de aprendizaje no es dinámico por el solo hecho de cambiar sus formas de presentar una información dada, debe atender, también, a la modificación de otros aspectos que se constituyen en fuerzas participantes del proceso.
La dinámica puede estar manifiesta tanto en los mecanismos de acceso o presentación del conocimiento en cuestión, como también en los mecanismos internos de apropiación de ese saber, e incorporación de tal conocimiento.

Una última palabra: Evidentemente no pude cumplir con el punto “4. Sean más creativos que solemnes”. Espero poder mejorarlo para próximos trabajos, o a la hora de corregir este.


Bibliografía

BIANCHI, ARIEL (1990) Del aprendizaje a la creatividad; Ediciones Braga; Buenos Aires
DICCIONARIO ENCICLOPÉDICO SALVAT (1960) Salvat Editores Argentina; Buenos Aires
FERNÁNDEZ, JOSÉ Y GALLONI, ERNESTO (1989) Física Elemental; Ediciones Nigar; Buenos Aires
GUIRTZ, SILVINA Y PALAMIDESSI, MARIANO (1998) El ABC de la tarea docente: Currículum y enseñanza; editorial Aique; Buenos Aires
GONZÁLEZ, FERMÍN Y NOVAK, JOSEPH (1993) Aprendizaje significativo: Técnicas y Aplicaciones; Editorial Cincel; Madrid
Sitio web de la Real Academia Española www.rae.es
VIGOTSKY, LEV (1988) El desarrollo de los procesos psicológicos superiores; Crítica; editorial Grijalbo; México